Las dos grandes transformaciones en el mundo que se caracterizan el momento presente de la sociedad occidental la transformación cultural y la transformación religiosa- repercuten profundamente en el cristianismo en América latina. El análisis de las mismas permite tomar conciencia de los verdaderos desafíos que tendrá que enfrentar el cristianismo del futuro. El centro de la crisis actual es, pues, el fin de una figura histórica de cristianismo. Para construir una nueva figura es preciso regresar a lo que constituyó la originalidad del hecho cristiano. Cristianismo, el movimiento evangélico es el de mayor dinamismo en América Latina El futuro del cristianismo en América Latina, como parte integrante de esa historia, sólo podrá ser pensado en su especificidad, tomando en consideración esa problemática.
Gisella López Lenci
¡Aleluya! ¡Bendito sea Jesucristo! ¡La Biblia lo dice! ¡El fin de los tiempos se acerca! Los congregados al culto miran al cielo, elevan sus manos y repiten frases sueltas como un mantra, están en éxtasis, en el éxtasis del Señor, el Creador.
El que ora, alaba y se mueve de un lado a otro no es un sacerdote de larga túnica. Es un hombre vestido de terno, con la Biblia en la mano, que mantiene a su audiencia cautiva. Es un pastor de una de las miles de iglesias evangélicas que cada día ganan más fieles en Latinoamérica.
La región con más católicos en el mundo también alberga un protestantismo dinámico que se ha fortalecido en los últimos 20 años y que ya dejó de ser un simple fenómeno de masas. Los cristianos evangélicos son ahora un 20% de la población latinoamericana y su crecimiento sigue siendo exponencial.
“Se trata de la religión popular latinoamericana. Más que un protestantismo, es un cristianismo de la emoción. Esa es la fuerza de este movimiento que sigue arrasando”, explica a El Comercio el historiador francés Jean Pierre Bastian, uno de los investigadores más reputados que ha escrito diversos libros sobre el crecimiento evangélico en América Latina.
ESPECTÁCULO DE LA FE
Pero el arrastre de la comunidad evangélica no se quedó solo entre los pobres. Es la clase media emergente latinoamericana la que se siente más atraída, pese a que en algunos casos el discurso de algunas iglesias suele ser más ortodoxo y fundamentalista.
Las templos son cada vez más grandes, los cultos se realizan en estadios, se convocan conciertos multitudinarios, recaudan millones de dólares en diezmos y compran cada vez más radios y televisoras. Ni qué decir de su presencia en Internet y las redes sociales.
“Sus modelos de comunicación son muy eficaces y sus cultos tienen mucha emoción. Son alegres, espectaculares”, añade Bastian. Esto – señala – ha hecho que se haya latinoamericanizado el modelo pentecostal estadounidense, el que ha tenido más arraigo en la región. “Sus formas de alabanza son muy latinas”.
Gisella López Lenci
¡Aleluya! ¡Bendito sea Jesucristo! ¡La Biblia lo dice! ¡El fin de los tiempos se acerca! Los congregados al culto miran al cielo, elevan sus manos y repiten frases sueltas como un mantra, están en éxtasis, en el éxtasis del Señor, el Creador.
El que ora, alaba y se mueve de un lado a otro no es un sacerdote de larga túnica. Es un hombre vestido de terno, con la Biblia en la mano, que mantiene a su audiencia cautiva. Es un pastor de una de las miles de iglesias evangélicas que cada día ganan más fieles en Latinoamérica.
La región con más católicos en el mundo también alberga un protestantismo dinámico que se ha fortalecido en los últimos 20 años y que ya dejó de ser un simple fenómeno de masas. Los cristianos evangélicos son ahora un 20% de la población latinoamericana y su crecimiento sigue siendo exponencial.
“Se trata de la religión popular latinoamericana. Más que un protestantismo, es un cristianismo de la emoción. Esa es la fuerza de este movimiento que sigue arrasando”, explica a El Comercio el historiador francés Jean Pierre Bastian, uno de los investigadores más reputados que ha escrito diversos libros sobre el crecimiento evangélico en América Latina.
ESPECTÁCULO DE LA FE
Pero el arrastre de la comunidad evangélica no se quedó solo entre los pobres. Es la clase media emergente latinoamericana la que se siente más atraída, pese a que en algunos casos el discurso de algunas iglesias suele ser más ortodoxo y fundamentalista.
Las templos son cada vez más grandes, los cultos se realizan en estadios, se convocan conciertos multitudinarios, recaudan millones de dólares en diezmos y compran cada vez más radios y televisoras. Ni qué decir de su presencia en Internet y las redes sociales.
“Sus modelos de comunicación son muy eficaces y sus cultos tienen mucha emoción. Son alegres, espectaculares”, añade Bastian. Esto – señala – ha hecho que se haya latinoamericanizado el modelo pentecostal estadounidense, el que ha tenido más arraigo en la región. “Sus formas de alabanza son muy latinas”.
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